LAS ENTREVISTAS DE TRABAJO


¿Qué pensamos, qué sentimos los momentos antes, durante y después de una entrevista?

Antes de la entrevista uno siempre piensa…. ¿qué me pongo? ¿Me puedo poner tejanos, debo ir con tacones, me maquillo, llevo el pelo rizado o liso? Y eso sólo físicamente, luego uno piensa ¿qué me preguntarán? ¿cuánta gente habrá? ¿debo mentir «un poco» en el nivel de inglés o de informática…? ¿Será una entrevista de grupo o individual? Una y mil preguntas pasan por la cabeza.

Llegas a susodicho puesto y piensas, ¿a donde tengo que ir? Aunque sabes que, posiblemente, tooooda esa gente sentada en el hall con cara de no haber desayunado y con las piernas cruzadas y sin saber donde mirar van para lo mismo que tú. Así que te decides por preguntar ¿vosotros también vais para la entrevista con el Sr. Fulanito? Y todos te  miran con una sonrisa y te responden que sí mientras piensan, ¡Anda, éramos pocos y parió la abuela! Ese es el momente cuando empiezas a escanear profundamente a tus «contricantes» hablando con tu yo maligno «Uy, mira, dónde va esa tan pintada! Y esos zapatos, ¿se cree que va a una discoteca? Y esa ¿con ese vestido de encaje, se ha olvidado ponerse el vestido? Y mira esa, con la camiseta de propaganda… Todo para intentar cubrir tu pánico personal y no pensar que la otra de la esquina tuvo más criterio que tu a la hora de buscar en el armario.

Al cabo de 10 o 15 minutos aparece alguien que te indica dónde tienes que ir. Y llegas a una sala con una mesa redonda llena de tests de inteligencia, de personalidad, de idiomas y algún que otro más. En ese momento te preguntas para ti mismo: pero si yo sólo iba para una oferta de administrativa IBM (y veme a buscar esto, y veme a buscar lo otro…). Pero tú sigues con esa media sonrisa intentando demostrar que tanto papel no te importa mientras te haces la idea de tener que pasar 3 horas desnundando tu inteligencia, aptitudes y actitudes, que más tarde seran revisadas por un desconocido que sólo se basará en resultados evaluados en momentos de inseguridad y nerviosismo.

Después de 3 horas estrujándote la cabeza para saber si en ese hueco iba un «what» o un «which» y después de responder a 500 preguntas (la mitad repetidas) sobre tus gustos y paranoias te dan las gracias y un «ya os llamaremos» que talvez no llegue jamás, parecido a aquel ligue al que le das el teléfono y te dice «ya te llamaré».

Los momentos posteriores a la entrevista son para pensar ¿habré respuesto lo que querían? Y para consolarse a uno mismo convenciéndose que si nos cogen es porque el trabajo no era para nosotros.

En conclusión, una entrevista siempre resulta estresante, eso sí, en función de la importancia que cada uno le da al puesto al que está optando. Aunque hoy en día, la opción de poder optar a un puesto de trabajo ya en sí, es estresante.

Así que a todos los que tengais que pasar por una entrevista, relajaros y confiad en vosotros mismos. Si no os cogen, es porque el trabajo no era para vosotros, 😉

EN CONSTRUCCION


Estoy en proceso de entender y elaborar este blog en el que podreis encontrar… ni yo aún lo sé. Pero seguramente, sobre todo aquello que me gusta y me rodea, es decir, la música, la comida, mis amigos, mi familia, el trabajo, y la vida en sí, pero sobretodo, la fotografía y la psicología…. Y ahora es cuando todos pensais, aaaaaah, claro… de ahí photopsico….